En el Toyota viajamos 8 personas más el conductor: Angelines, Sixu, Joan, el termo, la nevera y la mochila delante; entre mis piernas una mochila y Nelson o Sidi, que se alternan con Dabo y con Guide. Bebemos agua sin parar. Fresca, caliente... Perdemos la cuenta. Alguien de Testayé nos contará después que ha sido el día más caluroso del año.
Yo no hago más que pensar en las amigas que quieren acompañarnos en el próximo viaje y creo que no puedo animarles a venir. ¿Qué pensarán de nosotros si somos capaces de someter a sus hijos a semejante tortura? Con mis hijos me atrevo, pero con los de los demás....
Lo más cercano a este calor que se me ocurre son las tardes de agosto sentados en Zaragoza, en medio de la Plaza del Pilar a las tres de la tarde durante horas.....Si pueden soportarlo, pueden venir.
Al mediodía comemos y descansamos !qué rico! y el conductor no volverá a probar bocado , tan solo té... Nosotros comeremos de madrugada un bocadillo perdidos en un pueblo.
Durante el viaje nos paran en unos veinte puestos de Gendarmería, enseñamos nuestros pasaportes, nos hacen una ficha, nos hacemos amigos... A veces de un puesto a otro tan solo hay cinco minutos. Recuerdo a los periódicos dibujando a Mauritania como un país inseguro... y a la vez pienso en un grupo de terroristas ¿cómo pudieron pasar desapercibidos?
Casi al llegar, no encontramos Testayé y el conductor dice que no sabe si le llegará la gasolina. Intento no pensar en esa posibilidad mientras mi cuñado intenta encontrar alguna referencia en el paisaje.