miércoles, 7 de julio de 2010

Viendo el Mundial de Fútbol en Africa


Y de repente, estábamos viendo jugar a la Selección Española en Africa.
Es relativamente fácil: una persona trae el generador, otra la televisión y otra la antena. A veces parece que alguna de las tres cosas no funciona pero en Africa solo es cuestión de paciencia.
Y va apareciendo gente. Se paga un dinero por verlo (aunque yo, después de haber cargado con kilos de equipaje deportivo para el pueblo me escaqueé hasta la Final). También se paga por cargar los móviles, que se conectan al enchufe aprovechando que hay electricidad.
No tengo claro como se distribuyen los asientos, pero yo mujer blanca y española, siempre tuve silla en un lugar preferente (y no sabéis como lo agradecí).
Lo que más me impresionó es el silencio. Acostumbrada a que en España cada espectador es un entrenador, allí nadie grita, ni insulta, ni se desespera (bueno, la española en algún momento).
Conseguimos llegar hasta la final, y ver el triunfo. Y emociona desde allí lejos.
Luego el volver por la noche, con linternas, era como dar un salto en el tiempo.